Cuando nos enfrentamos a la disolución de un matrimonio, conviene entender las diferencias entre dos caminos legales posibles: el divorcio y la nulidad matrimonial. Ambos procesos tienen implicaciones significativas en la vida de las partes involucradas.

El divorcio es el procedimiento que legalmente pone fin a un matrimonio válido y reconocido. Para solicitarlo, en la mayoría de los casos se cuenta con una justificación válida, entre las que se pueden encontrar la incompatibilidad de caracteres, la separación de hecho o el mutuo acuerdo. El divorcio permite a las partes disolver su vínculo matrimonial y abordar asuntos relacionados, como la división de bienes, la custodia de los hijos y la pensión alimenticia.

Por otro lado, la nulidad matrimonial es un proceso en el cual se declara que el matrimonio no es válido y que nunca existió legalmente desde su inicio. Esto puede deberse a diversas razones, como la falta de capacidad legal para casarse, incumplimiento de requisitos formales o la existencia de vicios en el consentimiento. Obtener una nulidad puede ser más complejo, ya que puede requerir pruebas específicas y conlleva consecuencias legales significativas, como la invalidación de efectos patrimoniales o acuerdos sobre la custodia de los hijos.

Ambos procesos involucran trámites legales y documentación adecuada. Por lo tanto, le recomendamos buscar asesoramiento legal para entender los derechos y opciones disponibles y garantizar que se sigan los procedimientos correctos.

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