Desde la implantación de la LOGSE, a finales de los 90, la asistencia a clase es obligatoria hasta los 16 años (4º ESO), al terminar la Enseñanza Secundaria. Es deber de los padres educar y formar a los hijos, por lo que también es su obligación vigilar y procurar su asistencia al centro educativo. El único motivo justificable por el que nuestros hijos pueden faltar a clase es por enfermedad, y siempre con justificación médica. Otras circunstancias inexcusables o de urgencia, pero siempre puntuales, también podrían justificar una ausencia, siempre y cuando se comunique al centro.

No todas las faltas de asistencia pueden ser consideradas como absentismo escolar, pero en el caso de que no haya una justificación y las ausencias sean contínuas, en el centro pondrán en marcha el “protocolo de absentismo escolar”. En el proceso se informará a la familia de que el chico o chica está faltando a clase sin motivo justificado y que de prolongarse la situación en el tiempo, se informará a los responsables de Asuntos Sociales.

Si se trata de padres separados o divorciados, la situación se volverá más compleja. Si uno de los progenitores descuida su obligación de vigilar la asistencia al centro educativo de su hijo/a, estaríamos ante un mal ejercicio de la patria potestad, pudiendo acabar el caso ante un juez, que será quien decida si existe una causa motivo suficiente para que el menor no asista a clase.

La asistencia al colegio o al instituto no es una elección, si no una obligación. En España no existe la posibilidad de educar a los hijos en casa, como ocurre en algunos países europeos, por lo que el padre o madre que no procure la asistencia de su hijo al centro escolar podría incurrir en una dejación de funciones en su ejercicio de la patria potestad, pudiendose iniciar por ello un procedimiento judicial.

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